viernes, 29 de marzo de 2013


 
DUBAI-Símbolo de qué?
Acabo de pasar una semana en Dubai. Ha sido mi tercera o cuarta visita, la última hace dos años. La ciudad ha crecido, se ha ampliado hacia arriba y hacia los lados, con edificios enormes, vanguardistas, pero pretenciosos. Miles, millones de toneladas de cemento, cristal y acero se han matamorfoseado en medio de la arena durante los últimos 10 o 20 años. Y hay un plan director de desarrollo a 50 años (!), donde la ciudad se va a mega-multiplicar, con más aeropuertos, más servicios, trenes, metro, más rascacielos, y más altos, más centros comerciales, más coches, más....
Dubai era un pueblo de pescadores de perlas hace 50 años. Hoy es un centro mundial de logística, financiero y de negocios.
Burj Al Arab, en la foto de arriba, es el símbolo de este desarrollo: en medio del mar Arábigo, en tierra ganada al mar, es casi un interrogante hacia el futuro y un paradigma del modelo Dubai, un modelo de civilización, de desarrollo urbano y social, que, como mínimo genera preguntas de calado

La palmera Jumeira, en la foto de al lado, dice mucho de ese modelo que desprecia los equilibrios de la naturaleza. ¿Es arrogancia de nuevo rico o es arte arquitectónico?. ¿Es un sinsentido antinatura, de enormes costos de construcción y de mantenimiento, o es una muestra de una sociedad vibrante y visionaria?

Yo me inclino mas por lo primero, y estimo que no tarderemos en ver consecuencias de tamaña agresión a la naturaleza y al equilibrio.


martes, 29 de enero de 2013

El PP: "falta finezza"!!!!

Leo la noticia sobre la supresión en Castilla-La Mancha, de ciertas urgencias en ciertos pueblos. Leo que se intenta explicar la medida sobre la base de que “el criterio de eficiencia es uno de los que deben regir la actuación de las Administraciones públicas”. El informe añade que “dado el valor de la vida humana, la toma de decisiones en gestión sanitaria se encuentra sometida al concepto de coste oportunidad. Esto es, ante cualquier decisión sanitaria, decidir dar uso a los recursos significa renunciar a destinar estos a otros usos alternativos”, escribe. Y añade: “Mantener un recurso con una baja aportación sanitaria supone tener que eliminar otros con mayor aportación”.
¿Qué puedo decir que no sea obvio ante tamaña muestra de ideología aplicada a la gestión de un servicio tan básico como es la sanidad? Cómo hacerles ver que un servicio básico, sea sanidad, educación o también transporte, en medios rurales, será siempre deficitario? Que hay medios de compensar ese déficit con medidas reales de ahorro, reales repito, y efectivas, de gestión eficiente en las grandes economías de escala, o sea en las ciudades, en reducir las empresas de asesoría creadas para repartir prebendas a los aduladores, en el despilfarro de un Senado, de unas diputaciones que no sirven, en evitar la repetición innecesaria de organismos públicos (cientos) iguales en las 17 autonomías, en eliminar viajes en business, en eliminar o reducir gastos de representación que sólo son sobresueldos ocultos, etc?
Cómo explicar al PP que precisamente lo que se espera de un político es saber gestionar lo difícil, es decir, dar el servicio también a las PERSONAS que viven en medios rurales, allí donde la iniciativa privada no le interesa estar?
Como dijo Andreotti en su día sobre la política española en general: FALTA FINEZZA!, y mucha!!
LES DESORIENTÉS
Acabo de terminar el último libro de Amin Maalouf, "Les desorientés". Otra agradabilísima oportunidad de sumergerse en las reflexiones de una persona sensible, sensitiva, alerta, consciente, con dudas razonables, con preguntas sobre todo y sobre todos y, a la vez, atisbando respuestas e insinuando posturas ante los graves problemas que este siglo XXI nos trae.
Maalouf insiste en sus ideas ya pergeñadas en Identidades Asesinas, sobre la necesidad de aceptación del Otro, sobre la necesidad de generosidad a lo hora de mirar a los demás. Lo que no impide una mirada crítica, e incluso, dura, sobre otras ideas. Pero siempre desde el respeto, que creo que viene del latín "rescipere", que significa "ponerse en el lugar de otro". Maalouf sitúa la acción de este libro, el escenario que ayuda a situar a los personajes, en su Levante natal, tan querido. Un país tan peculiar, y a la vez tan cercano a todos nosotros, porque encierra en unos pocos kilómetros cuadrados todo un universo de creencias, posturas ante la vida, religiones e ideologías, una cohoorte de facciones y tribus que se pelean y se reconcilian continuamente, todo aliñado por un mismo sentimiento mediterráneo de pertenencia y un paisaje lleno de olores y aromas y colores, esos, si, compartidos por todos.
Un libro imprescindible en esta época. Un libro que te da respuestas, pero que, sobre todo, te da preguntas clave sobre qué nos pasa a la humanidad hoy, que reflexiona sobre el eterno conflicto árabe-israelí, por ejemplo, sin decantarse en un fácil buenos-malos... En fin, olé Maalouf, de nuevo. Larga vida a este hombre que ilumina el túnel de este siglo que va ser, si los dioses no lo impiden, incluso peor que el pasado