lunes, 28 de noviembre de 2011

El político y la verdad

El político había tenido un mal dia. Un dia de esos para olvidar. En la rueda de prensa, lo habían machacado a preguntas y, de hecho, había salido mas o menos airoso, hasta que llegó aquella pregunta, al parecer inocente, sin doblez, tan directa: "señor ministro, ¿nos podría indicar, en dos palabras, cuáles son sus prioridades en la vida?"
El cerebro del ministro registró esa pregunta con la misma prontitud y eficiencia con que registraba todas las preguntas. Estaba entrenado para ello. El partido le preparaba periódicamente un argumentario, un listado de respuestas a posibles preguntas de actualidad. Solo había que memorizarlas e integrarlas de una manera natural en las respuestas que iba desgranando. Hasta ahora le había ido bien. Su cerebro repasó, a velocidad lumínica, el listado de respuestas. También a velocidad vertiginosa, su cerebro le envió el mensaje de que "no hay una respuesta preparada", "debes responder tú, con tu mejor criterio".
En ese mismo momento, otros mensajes empezaron a agolpársele en la antesala de las respuestas, en la sala de máquinas de las palabras. Un recuerdo de su esposa, antes de dar a luz, sola, porque el estaba de campaña. O de su perro, paseando con el cuidador, porque el no tenía el tiempo para hacerlo. O de su hijo, en la visita al pediatra, a la que no iba desde que nació. O aquel recuerdo de las vacaciones que tuvo que interrumpir.... O tambièn aquellos amigos de la infancia, de visita en su ciudad tras tantos años, a los que al final no pudo ver porque se le alargó muchísimo el cierre de aquella convención de empresarios de enbalajes alternativos....
Todo duró fracciones de segundo, pero aquella maldita pregunta le provocó tal embotellamiento de recuerdos, sensaciones y sentimientos, que su antesala de las palabras quedó absolutamente bloqueada. Buscaba algo que responder, algo políticamente correcto, incluso ingenioso, de titular. Pero no lo encontraba.
Le rondaba la verdad, pero le daba miedo....
Su frente empezó a perlarse de gotas de sudor frío. Lo notaba, el, aún sóŀo el. Pero sabía ya en su fuero interno que "la respuesta adecuada" se le había extraviado. Pronto tendría que decir algo. La sala lo miraba expectante, y, tras un par de segundos, ya empezaba a notarse que algo no iba como debía.
El político tragó saliva. Hizo un último esfuerzo por dominarse. Pero fue entonces cuando, en la antesala de las palabras de su cabeza, se abrió la puerta de salida y su cerebro dio la orden de emitir una respuesta.
El político dijo: "mire usted, en dos palabras, mis prioridades hoy día son MANIPULAR y PERPETUARME en el poder"
El mismo se extrañó sobremanera de lo que se había oido decir a sí mismo. La sala lo miraba incrédula. ¡Lo que había dicho era la verdad! Y además sin tapujos, sin adornos
Recogió sus papeles y, balbuciendo un "muchas gracias", dejó apresurado la sala de prensa
Lo que pasó al día siguiente es para ser contado en otro capítulo del blog....